Yey

Después de mucho joder con ello, finalmente volví a soñar con él.
Fue de esos sueños en cuotas, o actos. Obviamente, sin correlación alguna entre ambos.
En el primero éramos pendex (a pesar de que él tuviera el pelo largo) y yo andaba boludísima atrás de él. Tarada total, de esas que cuando te hablan apenas atinás a responder «D’aaah?».
El segundo era más copado: Estaba de gira con su banda y, aparte del recital común, iban a hacer una presentación en el Subte (¿?). Yo le servía de traductora. Ah, y también estaba Maru. Calculo que de apoyo logístico. xD

Hasta que ya me da paja bloguear al respecto, pero el finde largo pasado nos pegamos una escapada con el coche nuevo. Nacho nos había invitado a su casita en Miramar, así que en vez de cagarnos de frío en Capital, el finde nos cagamos de frío en la costa. Bah, miento. Solo yo me cagué de frío, pero bueh. Al menos el resto no es tan friolento como yo.

El viaje fue un lujo en el coche nuevo. De haber ido con el 147 juro que no lo contaba, solo por el frío. En un momento paramos a cargar nafta y notamos que nos estaban lavando el parabrisas con agua… escarchada.

Pero con frío y todo lo pasé muy lindo y visitamos muchos lugares:

El sábado visitamos la playa de Miramar. ¡Qué lindo todo! Más que curioso me resultó el cartelito y bandera apuntando a las benditas islas.

También visitamos Mar del Plata, donde comimos las milanesas más grandes que he visto en mi vida. Después de eso frecuentamos fichines. Me dio bastante pena notar que Sacoa sobrevive con veintipico de locales, pero ni uno de ellos en Capital. No es que me sorprenda, pero bueh… Hubiera querido que Bam-bam conociera más íntimamente esos antros de perdición videojueguil. En especial ahora, que rigen las normas antitabaco.

Todavía en Mardel nos topamos con las siguientes curiosidades. La segunda me da algo de paranoia, je.

El Domingo visitamos el Vivero Dunícola de Miramar. La verdad sorprendió encontrar un bosque de estilo europeo en plena costa sudamericana… Y tampoco entendí mucho por qué corchos tenían un santuario de la Virgen de Lourdes en su interior… Pero resultó super lindo igual. Me gustaría volver en alguna época de menos frío. 🙂

Aun en el Vivero (bah, hacia sus límites) estaba el Cristo de la foto. Más de 20 metros de espanto en una cruz, decía un cartel que tenía. No pongo ninguna foto con más acercamiento porque no quiero causarle pesadillas a nadie.

Después visitamos el famoso Bosque Energético, cuna de un montón de boludeces New Age. Pero en fin todas boludeces, ya que el misterio de las copas entrelazadas de los árboles y la falta de sotobosque son bastante fáciles de explicar. Obviamente no hay centro magnético ni energético, sino la proximidad en que fueron plantados los pinos (sin que posteriormente se cortaran algunos, como es común) hizo que las copas no tuvieran más opción que entrelazarse, cubriendo casi completamente el paso de los rayos del sol. Aparte, es normal que las hojas de los pinos acidifiquen los suelos, impidiendo el crecimiento de otras especies.
Pero aun con escepticismo es un lindo lugar de visitar: La oscuridad y el ruido de las ramas entrelazadas  movidas por el viento lo hacen un lugar hasta escalofriante.

El último lugar que visitamos ese día fue el Hotel Boulevard Atlántico, en Mar del Sud. Y ya se ve en las fotos que fue el más escalofriante de todos.
Increíble fue enterarse de lo antigua que es la contrucción (de finales del siglo XIX) y que el hotel funcionó hasta que fue invadido por narcos (¡!) a principio de los años 90.
La historia es bastante sórdida y mata de pena e indignación ver como no se pudo hacer mucho para salvar la construcción, ni hablar de la persona que fue asesinada durante la invasión.

El Lunes no hicimos mucho, salvo almorzar y fichinear de lo lindo en Pibelandia. El día anterior Bam-bam fue seducido por las atracciones para los más pequeños (esas que uno pone la fiche y un autito se mueve) y cuando Nacho encontró una tarjeta de Pibelandia en la casa, decidimos cargarla para que juegue un poco.
Salvo que al heredero le gustan MUCHO dichas atracciones… pero solo cuando se encuentran quietas. No hubo manera de convencerlo de activar los autitos, caballitos y demás chiches mecánicos. Incluso le quisimos mostrar «de prepo», pasando la tarjeta en el chiche donde estuviera. Y ahí fue cuando nos llevamos importante sorpresa: Al pasar la tarjeta en un avioncito, el display del lector de tarjetas tiró un código extraño. Volvimos a pasar la tarjeta y de los $10 que habíamos cargado, figuraban $46.
Ni hablar lo chochos que nos pusimos, en especial porque los juegos no estaban nada baratos (todo lo contrario). Así me quedé persiguiendo al heredero entre maquinita y maquinita, y guardando los tickets que devolvían los bizarros juegos que elegían los caballeros para gastar el crédito.
En más de un momento pasó de que Mr. Dorima y Mr. Nacho ganaran tantos tickets que vaciaban las reservas de los aparatos. Y para colmo, al final de la tarde, nos dimos cuenta que teníamos suficientes papeletas como para cambiarlas por alguna cosita. Mr. Dorima eligió un resorte («slinky») que Bam-Bam disfruta mucho.

En conclusión, me divertí un montón y conocí lugares preciosos. Que se repita.

Disclaimer: Salvo la última, las fotos no las saqué yo sino Mr. Dorima. Como que no da sacar fotitos chotas con el celular si la persona de al lado tiene una reflex y para colmo sabe usarla…

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