Es lo que pasa en las semanas cercanas a los cumples (mio y del dorima): desaparezco.
Por lo general hay mucho que hacer entre celebraciones y demás y si de casualidad aparece alguna otra cosita que hacer, ahí sí: nunca más me vuelven a ver.
Por lo pronto hay que decir que todavía no celebramos. La «buena excusa» es la peritonitis que tuvo nuestro sobrinito (que en realidad es primito) y tiene a media familia corriendo o indignada.
Ojalá el mequetrefe se recomponga pronto, así podemos hacer importante joda. :3
Lo segundo ha sido un evento histórico: la inscripción del heredero al jardín de infantes.
No hubiera sido engorroso si no hubiera agarrado un paro el primer día de inscripciones, pero entre la preparación de las papeletas, impresión de formularios y que yo no duermo si tengo que hacer algo temprano… ya fue caótico.
Se vino el calorcito nomás, y yo ando con más frío que nunca.
Porque como ya medio mundo sabe, hace poco más de una semana me rapé. Si bien no es que me avergüence ni me quede horrendo, tiene la GRAN contra de que es muy fresco… y yo muy friolenta.
Calculo que garpará más ya entrado Diciembre, pero por lo pronto yo sigo saliendo al sol con mi hoodie negro, no me vaya a agarrar la brisa.
Hoy me tocó sentirlo a Bam-bam muy caliente. Como trato de ir por lo empírico, le tomé la temperatura. 36,6°C, completamente normal.
No puede ser.
Me tomé yo la temperatura: 35,9°C.
Ok, estoy muerta.
Decidí tomarme la presión, ya que estaba (y había tensiómetro digital): 98/65.
¿Decía yo?
Mi mamá se horrorizó un poco, en especial cuando nos dimos cuenta que acababa de comer, y yo no soy de esas que se cuidan con la sal.
Menos mal, qué sé yo.