Antie goes to Capilla

La semana pasada nos escapamos. Ya lo veníamos planeando hace un tiempo; a Facu le «sobraba» una semana de vacaciones y su Pá nos había invitado a visitarlo a Capilla del Monte, en Córdoba. Dadas las condiciones, procedimos a pasar Navidad por esos pagos.

Aburrida, aburrida punilla.

Debo decir que el viaje resultó ser todo lo que esperaba. Y no esperaba gran cosa. Llámenme aburrida, pero las sierras no son lo mío. Los paisajes montañosos deben ser lo que menos me emociona en la vida, y si la vida de pueblo es lo que presencié: qué bodrio. Cabe aclarar que ya conocíala zona de Punilla de mi viaje de egresados de la primaria y tampoco me pareció gran cosa.
¿Lo peor? El esoterismo y la pseudociencia. No se pueden dan 3 pasos en esos pagos sin encontrarse con piedras energéticas, naturopatía y boludeces UFOlógicas. Y todo bien -de algo tiene que vivir el pueblo- pero se van de mambo con lo hippie.
Acabo de decir que lo peor del viaje fue el esoterismo, pero no es cierto. Lo peor del viaje fue enterarme que una pareja -conocida de mi suegro- había perdido recientemente a su bebé de un mes… porque jamás le dieron atención médica. Según me contaron el bebé se enfermó y lo trataron con homeopatía. Resultado: el bebé murió.
Después me preguntan por qué odio tanto las pseudociencias…

Pero no todo en el viaje fueron pálidas. En los primeros días visitamos la Casa de Manuel Mujica Láinez. Esta casa se encuentra en Los Cocos/La Cumbre, ahí nomás de Capilla. Le pegaron bien con el nombre, ya que es realmente un «Paraíso».

Una de las cosas que más me impresionó de la casa fue esta puerta de Adán y Eva. Quien me conoce sabe lo mucho que me encantan estas cosas Art Nouveau-escas. El detalle que le han puesto es realmente impactante.
Me cuesta mucho concebir que esta haya sido la «puerta del jardín» de la casa donde vivía alguien. La foto no es tan genial, pero la vista desde afuera no es menos impactante.

Destaco en especial la variedad de frutales que hay en los jardines. Vimos manzanas, peras, damascos y el jardinero nos invitó a llevarnos ciruelas, ya que había en abundancia. Espero poder plantar los carozos que me traje, sería genial tener en mi (futuro) jardín «las ciruelas de Manucho».

Tanto el jardín como la casa son un paseo muy interesante, incluso si uno no está del todo familiarizado con la obra de Mujica Láinez. Hay tanto, pero tanto cachivache para ver que algo seguro te va a llamar la atención. Como este escudo: ¿Cuántas referencias a obras podés encontrar (en una foto chotona)?

Ese mismo día (que hizo bastante frío) también recorrimos el paseo de los artesanos de La Cumbre, donde visitamos Los Jardines de Yaya. Se trata de un pequeño local donde los dueños preparan una absurda variedad de conservas (dulces, mermeladas, mostazas, chutneys) y mucho más, todo con divertidos cartelitos.

Y cuando digo «absurda» realmente es «absurda», ya que todo eso es solo una parte del local, donde se puede ver como se prepara todo eso que venden.

Destaco la buena onda del dueño, que aparte de charlarnos un buen rato de fotografía (resulta que el tipo es un crack) nos convidó damascos de sus árboles. Aparte de eso, me elegí un dulce de almendra (¡que resultó ser de coco!) y Facu se llevó una mostaza.

Una cosa que no me gustó para nada fue el clima de la zona. Incluso cuando subió la temperatura (pasada la Navidad) me resultó imposible disfrutar los balnearios, ollas y piletas que visitamos. Y es que realmente no me dio que haciendo treintaypico de grados al sol, el agua estuviera HELADA.
El Río Quilpo fue el mejorcito en ese sentido, y aun así estaba demasiado frío para mi gusto. Los demás se aventuraron un poco más al agua… pero tampoco mucho. Solo mi suegro se animó a sumergirse mientras Facu se dedicó a armar tótems con las piedras del río.

Así las cosas no es que la haya pasado maaaaaal. Pero el clima realmente me jodió, a mí que soy tan friolenta. Y no es que para tratarse de la época Navideña lo último que me hubiera imaginado es que iba a hacer una mínima de 5°C (ponele) en un lugar que tiene un promedio de treinta y medio. Para colmo con un viento tan fuerte que nos dio miedo que fuera a romper los vidrios, por lo que tuvimos que dormir con la ventana abierta una noche.

Pero en fin, estoy de vuelta. Feliz con mi calor y pegajosa humedad.

Como siempre, las fotos lindas fueron sacadas por Facu con su Alpha. Las pedorronas son de mi celu.

 

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