Fachon

Estar casada con un fotógrafo significa que el que compra las revistas de moda en la casa es él. Nadie vaya a pensar que no soy yo quien lleva los pantalones, ¿no?

Pues uno de los jueguitos que a veces jugamos (y nada tienen que ver con el fichinerío) es tirarnos y mientras él ojea las fotos, yo tengo que adivinar el precio de las pilchas que me muestra.
Cabe destacar que entre que soy un cero a la izquierda para la moda y que la mitad de los precios es en pesos y la otra mitad en dólar, jamás acierto. Muy a pesar de que me haya dicho «OK, si acertás voy y te lo compro».

Pues bien, el otro día acerté y adiviné el precio de un abrigo para la lluvia muy chulo (y de algo así como $800).
«Ahora te lo tengo que ir a comprar. ¿Qué talle sos?» Me dijo, y nos reimos.

¿Qué le voy a hacer si soy ese cero a la izquierda en moda que disfruta revisando canastas de liquidación, y le duele horrores decidirse si se compra una remerita de US$15? Porque soy de esas que hasta que no se gasten del todo, sigue usando las fachas de la época del secundario. Y gracias a Gackt, TANTO no engordé (y si lo engordé, medio que lo bajé).

Así las cosas faltan 4 kg. Y talvez un poquito menos también. 🙂
A ver cuándo nos ponemos las pilas, gorda.

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