Luz amarillenta

La luz de la calle era amarillenta – como era hasta no hace tanto- pero yo era bastante más jóven. Éramos noviecitos no hace mucho, todavía no había gran familiaridad entre nosotres. Se confundía su persona entre las mil interpretaciones que he hecho de él, sea en ficción o en mis sueños.

Esa noche lo acompañaba en su trabajo, alguna estraña investigación en un edificio bastante feo cuyos pasillos… ¿cambiaban de tamaño? cada vez que pasaba por ellos. Siento claustrofobia y voy a buscarlo.
Algo le había pasado a su ropa y lo envuelvo en una toalla para que no tenga que salir en pelotas a la calle. Todo muy normal.
No sé si identifico el olor de su cuerpo.

Salimos y encuentro una máquina ¿de coser? que quiero desarmar. Nos preocupa que se la roben, pero un sereno nos la cuida. Y también nos reta.

Siento una agradable sensación de atemporalidad al esperar el bondi en una Buenos Aires una noche de clima agradable, hará alrededor de 20 años.

Si soñar con nuestres muertes es señal de que «viven adentro de une», soñar con otras épocas -si bien ficticias- es viajar en el tiempo.