He ahí una confesión: Ayer nos prometimos don Mr. Dorima que nunca más vamos juntos al Parque Centenario. ¡Pasa que siempre que vamos, enganchamos a los rescatistas y volvemos con un gatito nuevo!
Vale, que estoy exagerando. El año pasado por estas épocas trajimos a Kirby. Y ahora, claramente, reincidimos.
Me acerqué a la reja donde las rescatistas siempre forman a las mascotas y vi una cajita transportadora que decía que regalaban una gatita llamada Luna». Le llamé la atención a Don Dorima, ya que era el mismo nombre que su primer gata (la negra Luna, Q.E.P.D). Me agaché a ver el interior y me sorprendí de ver una gatita completamente blanca. (Mátenme, soy Moonie: Las gatas negras son las Lunas, las blancas son Artemisas).
Creo que fue en una escapada a Carmen de Areco que hace unos meses estuvimos a esto de secuestrarnos una blanquita. No tuvimos que pensarlo demasiado.
Volvimos a casa con la blanquita y pronto vimos que a Kirby no le hizo ninguna gracia. Y no sé si será cosa de los negritos en general, pero es así de territorial.
Así las cosas estas últimas 36 hora han sido bastante estresantes… ¡Para mí! Estuve hasta el mediodía bastante preocupada por la falta de señales de ambas gatas de cualquier intención de cooperar y hacerse amigas. Los artículos que leí de como presentar un gato a otro tampoco ayudaron, ya que hablaban de tiempos demasiado largos que -la verdad- ¡me parecían demasiado exagerados! En especial viendo lo sociables que son la negra y la blanca… por separado.
Por suerte la corazonada resultó acertada, y al final de estas 36 horas de conocerse ya casi cesaron los gruñidos y hasta llegan a jugar un poquito juntas. Al principio Kirby se mostraba bastante hostil con gruñidos y amenazas mientras que Luna… como que le chupaba un huevo todo. A medida que fue pasando el día Kirby se acostrumbró al olor y la presencia de Luna y ya a la nochecita la buscaba para jugar. Ahí fue cuando Luna cayó en sí de que Kirby no solo es más grande sino que es algo bruta, por lo que le bufa y hasta le gruñe un poquito.
Así todo no es el drama que fue anoche, que con Don Dorima tuvimos que dormir en camas separadas para apaciguar a las bestias (cada una en una cama).
Así que como me decían en la facultad: nada. Tenemos mascota nueva. Y es realmente interesante, entre diferencias y similitudes.
Sin ser flatulenta como Kirby, Luna es apestosa de manera particular. Yo realmente no sé con qué alimentarían a esta smelly cat, que tan hedionda está. Cruzo los dedos por que sea algo que se resuelva con balanceado… Y hablando de balanceado, ¡esta mañana me pegué un jabón! Resulta que ni bien llegó Luna demostró cierta «ansiedad oral». Cosa de cachorros, pensé. Total, tiene 6 meses nomás y es posible que le cueste un poco comer el balanceado de gata grande. El susto fue cuando al controlar sus piedritas encontré ¡sangre! Afortunadamente la agarré justo cuando, un rato más tarde, escupió un colmillo de leche (lo mismo me pasó con Kirby el año pasado).
Si los colores no fueran suficientemente opuestos, también tienen carácteres y estilos bastante diferentes. Kirby es kilombera y bruta. Luna es más bien tranquila, pero juguetona y bastante delicada. Espero que Kirby aprenda de Luna y no viceversa.
Lo interesante de adoptar una gatita un poco mayor (y recordemos que adopté a Kirby con tan solo 45 días o menos) es que ya vino vacunada y desparasitada. Mañana mismo pretendo comprar un par de pipetas pulguicidas y si se adaptan rápido, castrar a Luna tan pronto como pueda.
Así las cosas ese día se cayeron Whatsapp, Piratebay y no sé cuantos otros servicios, pero no hubo Ragnarök. …Y yo que ya tenía mis gatas listas para una épica batalla entre el bien y el mal (o lo que fuere).
