Kirby ♥

– Hola, ¿tenés 600 gramos de pura ternura?
– ¡Claro! ¿La querés negra o marmolada?
– Dame negra nomás.

Creo que no lo avisé con suficiente anticipación (mi Má se sorprendió un poco) pero desde el año pasado que buscaba agrandar la familia con un componente felino. Cuando este domingo fuimos al Parque Centenario sabíamos que había una importante probabilidad de que volviéramos más de los que fuimos, ya que en anteriores ocasiones habíamos visto las campañas de adopción que allí se realizan.

 

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Ni bien llegamos, Mr. Dorima me alcanzó una bolita de pelo muy chiquita y negrita. No estuve segura hasta que Bam-bam preguntó «¿Este es mío?» y no tuve alma para decirle que no. Kirby (como fue bautizada por el heredero) tiene entre 45 y 50 días, pesa unos 600 gramos (con la panza llena) y me sorprende como algo tan chiquito ya tenga todas las «funciones» de un gato grande.  No porque lo diga yo, sino que cuando la llevé al vet ayer me dio muchas -demasiadas- recomendaciones sobre como alimentarla… Pero no requirió más que la comida para largarse a comer. ¿Que cuán chiquitita es? Tan peque que su bandeja de piedritas y su «cucha» son dos potes de helado de 3 litros.

 

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Creo que lo que más me sorprendió de Kirby -aparte de su diminuto tamaño- es lo confianzuda que es, pudiendo llevarla en el coche, en colectivo, a lo de mi suegra, a lo de mi Má (siempre dentro de mi hoodie) sin que se asuste ni mosquee. Me hace sospechar que mis gatos anteriores fueran flor de neuróticos…

 

El único inconveniente -aparte de su conjuntivitis, para la cual está en tratamiento- es que se niega a dormir sola. Ni bien la pongo en su cucha se trepa a la cama y entre las 6 y las 7 se despierta… Y no deja volver a dormir de tanta alharaca que arma en la cama.

 

 

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Lo que debo admitir es que me mata de miedo. De pisarla, de tropezarme con ella al caminar… Porque será lo bueno (y lo malo) de los gatos negros, que en la oscuridad ni de casualidad se ven. Y en ese sentido doy gracias de que sea tanto más compinche que mis anteriores gatos, porque si se le diera por ensucucharse en algún rincón de casa… Ni de casualidad lograría sacarla.

Por lo pronto me voy acostumbrando a despertarme temprano para cuidar al bebé y a esa manchita oscura que acecha a la altura de mis zócalos.

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2 comentarios

  1. Iane

    Gracias, Preta. Ahora soy la flamante abuela de una mimosa «negrinha».

  2. Awwwww, mas dulce no, no??? Mirá que no me van los gatos, eh…, pero Kirby me dió muchas ternura! <3

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